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La mariposa

Era un día perfecto. Uno de estos días sin nubes en que hace la temperatura perfecto. Uno estos días cuando el sol envuelve la piel en un abrazo tibio y reconfortante. Uno de estos días que te sientes tan seguro que nada mal podría pasar en un clima tan acogedor. En uno de estos días, un grupo de amigues se sentían juntes en la hierba de un parque. Mientras almorzaban, hablaban entre sí, se reían, y lo pasaban muy bien. Había sido mucho tiempo desde que comieron juntes. Aunque vivían en la misma ciudad, con los trabajos y las familias creciendo, era casi imposible encontrar una hora que convenía a todes. Pero hoy fue diferente y les amigues disfrutaban de cada segundo que tenían juntes antes de volver a sus vidas normales. De repente, vieron que una mariposa apareció en el centro de manta. Era preciosa, más grande que las mariposas que solían ver en estas partes, casi el tamaño de una palma de sus manos. Era un azul brillante y su color titilaba en los rayos del sol. Aleteó las alitas
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¿De qué debo escribir?

Cuando escribo, he notado un cambio en el contenido según el público. Con los trabajos que hacemos para la clase, suelo dejar tantos detalles fuera como sea posible, y no comparto mucho sobre mí misma. La posibilidad de tener que leer mi escritura en frente de todos cambia lo que digo. Me siento más cómoda escribiendo en mi diario personal, pero aun así tengo miedo de dejarlo en algún lado en el campus y por eso también allí me retengo un poco. Realmente, la única manera en que me siento libre de expresarme es dentro de mis propios pensamientos, donde nadie se va a dar cuenta de lo que estoy pensando. En esta clase lo que no digo en mi escritura usualmente trata de mi identidad. ¿Debo escribir sobre mi experiencia de ser mujer de color, las preguntas que tengo todavía alrededor de mi identidad biracial y cómo lo entiendo dentro de mi ambiente privilegiada? ¿Debo compartir el miedo que sentí el verano pasado cuando mi hermano lideró las protestas de Las Vidas Negras Importan en su ciuda

¡Quiero jugar golf!

Durante la pandemia, como muches de les otres milleniales privilegiades que se encontraban con tiempo extra y que tenían la ventaja de no preocuparse por dinero, empecé algunas actividades nuevas. Sí, fue bastante básico: horneé pan, compré suculentos y hice algunas horas felices por Zoom con mis amigas. Aunque dejaré de hacer estas cuanto antes (el pan realmente es mejor en la panadería al lado, los suculentos van a morir sin importar el fuerzo que hago para que sobrevivan y nunca quiero tener otro Zoom en mi vida), un pasatiempo nuevo que se quedará conmigo es el golf.  ¿Golf? No sabía que jugabas golf... es la reacción que recibo cada vez que menciono mi nuevo interés. Entiendo que no soy la imagen que una persona asociaría con golf: una mujer (más o menos) joven, de color, viviendo en una ciudad. No lo menciono mucho porque escuchar estas palabras salir de mi boca me suenan pretenciosa y además, no sé que hacer con la incredulidad de los demás. ¿Por qué se sorprenden tanto? De hech

La muerte del pescador

 La muerte  del pescador   “ Un hombre en Montecarlo va al casino, gana un millón, vuelve a su casa,  y   se  suicida. ”     Esto es lo que dicen todos los periódicos la mañana siguiente.  Un pescador humilde de 55 años, su nombre conocido por todo el  pueblo,  está muerto. Por suicidio.   No hay nota ni ninguna explicación aparente que puede  aclarar  su  decisión .     El pueblo está encendido con todos los rumores  que explican su muerte. Algunos dicen que se suicida a causa de sus deudas masivas. El falso : el hom bre solo gasta dinero en las necesidades.  Otras susurran que   su trabajo  infringe en la empresa internacional de pesc a. Mentira:  el hombre  está respetado por encontrar peces donde parece que no hay. Sus vecinos, los más deshonestos,  cuentan historias falsas a cualquier persona que escucha, aunque el hombre nunca ha dicho ni una palabra a ellos en los 25 años en su pueblo.      Los habitantes del pueblo no saben que cada año, el hombre va al casino para celebrar su

La flor

  La flor   Lo vimos sólo una vez, pero valió la pena (Cisneros 24).   Nuestras miradas se cruzaron mientras caminábamos a la calle, yo a mi oficina para otra noche la rga  con uno de mis compañeros de trabajo , y él a, qué sé yo...para repetir su actividad criminal me imagino.      Pero, déjame empezar al comienzo si serás tan amable.  El primer crimen ocurrió en el  Hôtel  du Nord–ese alto prisma que domina el estatuario cuyas aguas tenían el color del desierto (Borges 157).  Fue un choque casi impensable. Este hotel era uno de los lugares seguros  que quedaban en la ciudad. Claro, que adentro ocurría una variedad de actos inmencionables cuando la  gente quería escapar de nuestra realidad por unas horas. “Apocalíptico”  lo llaman  mis papás, que a sus 5 0  año s están entre los más viejos aquí. Creo que quizás hay otra mujer que llegó a  55 , pero antes de que pudiéra mos celebrar su cumpleaños, se desapareció. No sabemos si huyó de la ciudad como los otros mayores para encontrar un